Torrelavega


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 Torrelavega está situada en el centro septentrional de la región de Cantabria, a pocos Kms. de la costa  en la confluencia de los ríos Saja y Besaya. Constituyen su municipio los pueblos: Barreda, Campuzano, Caseríos, Duález, Ganzo, Lamontaña, Sierrapando, Tanos, Torres y Viérnoles. Su población actual se cifra en torno a los 60.000 habitantes. 
A finales del siglo XVIII se comenzó a trazar la carretera Santander-Asturias, que atravesaba la capital del Besaya y daba lugar al actual cruce de ‘Cuatro Caminos’. Esta situación favoreció la instauración de un mercado de ganado que aún perdura en la actualidad y que en sus orígenes se celebraba los lunes, habilitándose con el paso del tiempo un recinto ferial para albergar esta cita ganadera.



En el siglo XIX se potenciaron aún más las comunicaciones, con la llegada del ferrocarril que unía la capital cántabra con Alar del Rey (1858) y, más tarde, año 1895, del ferrocarril del Cantábrico (Santander–Oviedo).
La incipiente industrialización surgida en la villa en la segunda mitad del siglo XVIII (fábricas de harinas y establecimientos comerciales de telas y comestibles en torno a aquel primitivo cruce de caminos) alcanzó en las centurias siguientes sus momentos de esplendor. Uno de los elementos favorecedores de este desarrollo fue la consecución de la independencia de los Duques del Infantado en el periodo constitucional. En 1822 la villa quedó dividida en dos municipios, el de Torrelavega y el de Viérnoles, mientras que el lugar de Barreda quedó incorporado al Ayuntamiento de Polanco. Sin embargo, esta distribución se prolongaría tan solo hasta 1835, año en el que tanto Viérnoles como Barreda se integraron en los límites del término municipal de Torrelavega, tal y como se mantiene hoy en día.
Para entonces, la famosa torre a partir de la cual surgió la actual denominación de esta ciudad había caído en el abandono, hasta terminar sumida en la ruina. Sus restos pasaron a formar parte del edificio de la iglesia de la Consolación, aunque al ser derribada ésta durante la Guerra Civil los últimos vestigios de la ancestral torre desaparecieron.
Entre los hitos que marcaron el progreso económico de Torrelavega en el siglo XIX figura el descubrimiento de la mina de zinc de Reocín, en 1856. En el año 1898 se instaló Azucarera Montañesa, después transformada en Lechera Montañesa –cuyo recinto fue habilitado para acoger a finales del siglo XX la Feria de Muestras de Cantabria–, y ya en 1904 comenzó en el municipio la construcción de las instalaciones de la empresa belga Solvay, dando lugar a una importante fábrica de producción de sosa cáustica.
Estas industrias, unidas al mercado y a los múltiples negocios comerciales que fueron aflorando, gestaron la nueva Torrelavega, dejando atrás aquella villa agraria que fue para, con el tiempo, llegar a convertirse en el segundo centro económico de la región que aún hoy es. Como contribución a esta época de apogeo industrial, ya entrado el siglo XX se produjo el progresivo asentamiento de otras destacadas empresas, entre ellas Sniace. Este progreso, reflejado tanto en el ámbito demográfico como en el económico, se vio refrendado por un acontecimiento histórico excepcional para Torrelavega: la concesión por parte de la reina María Cristina del título de ciudad el 29 de enero de 1895.