martes, 29 de marzo de 2011

Cantabria: Los primeros pobladores y la antigüedad

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Cantabria tiene una localización que le permite poseer un clima adecuado que facilitó la vida del poblador del paleolítico. Próximo a Torrelavega encontramos las cuevas de La Basta, La Clotilde (Quijas), y Cuchía, de estas la última tiene pinturas rupestres de la Edad de los Metales.  Son pocos los hallazgos prehistóricos:  en Tanos, donde encontramos útiles del Paleolítico Inferior o Medio, y en Viérnoles, en donde se halló cerámica del Bronce o Hierro y pinturas esquemáticas.

En otros lugares más cercanos al  municipio, como en el monte Dobra, que se encuentra en el extremo sur del municipio, o en cuevas cercanas, como  Altamira, en Santillana del Mar, y la de La Clotilde, en Quijas (Reocín), entre otras muchas, en los que se constata la presencia humana en los albores de la historia.



Uno de los hallazgos más recientes es el del yacimiento al aire libre localizado en las terrazas del río Besaya que fue descubierto por la construcción de la autovía Santander-Torrelavega. Se encontraron lascas y otros instrumentos líticos que prueban la ocupación de la zona, también se han encontraron huellas que demuestran el paso de los romanos por este territorio, estos serían caminos como la calzada que enlazaba la meseta castellana, Pisoraca (Herrera de Pisuerga), con el Portus Blendium (Suances) pudo atravesar el territorio torrelaveguense tras pasar por la ciudad de Julióbriga (Campo de Enmedio) antes de adentrarse en el valle del Besaya. Estos hallazgos también demuestran que no hubo una población exuberante.

La vida de los cántabros prehistóricos

Los cántabros vestían una túnica atada con un cinturón y un capote negro de lana, que les servía también de manta para dormir. Usaban una especie de sombreros o gorras y calzaban abarcas de cuero. Las mujeres llevaban vestidos con adornos de flores.

Dormían en el suelo, se bañaban con agua fría, comían una sola comida abundante y eran aficionados a juegos atléticos, militares y al baile. Sus conocimientos médicos eran muy limitados, sacaban a sus enfer- mos a los caminos por ver si los caminantes les proporcionaban un remedio.

Se dedicaban a la recolección, la ganadería ( la carne de cabra era su base alimenticia ), la caza de jabalíes, pesca, marisqueo y el pillaje de pueblos vecinos. La agricultura no debía ser muy productiva.

Se sabe que navegaban en primitivas embarcaciones, como podemos comprobar en el Museo Marítimo. Ya en época prerromana explotaron los recursos mineros, como el hierro y otros metales y la sal de Cabezón.

Tampoco debían conocer la escritura. Los romanos quedaron sorprendidos por las bárbaras costumbres del pueblo cántabro y las achacaron a su carácter guerrero, lo incomunicado de sus tierras y el rigor del clima. Las leyes penales contemplaban el apedreamiento o despeñar al infractor por un roca y los ancianos, que no servían para la guerra, solían suicidarse. Otra costumbre que conocemos era la de la tribu de los concanos que bebía la sangre de los caballos.


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