sábado, 2 de abril de 2011

Invasión del Imperio musulmán en Cantabria

La invasión musulmana de Hispania tuvo lugar en el año 711 cuando los contingentes musulmanes de Tarik desembarcaron en Gibraltar y derrotaron al ejército de Rodrigo en Guadalete. Unos años más tarde casi todo el territorio de la Península había caído en poder de los islamitas, que apenas hallaron resistencia a su avance en un reino visigodo destrozado por las luchas internas. 

Los musulmanes respetaron la religión de los habitantes, así que estos solo cambiaron de señor. Buena parte de la nobleza visigoda aceptó a los invasores, a cambio de mantener sus privilegios y sus propiedades. El resto, huyeron hacia el norte, de forma que cuando Tarik entró a Toledo se encontró una ciudad medio desierta, pues muchos habitantes habían huído hacia Amaya, capital del Ducado de Cantabria, o hacia Asturias.


Solo los pueblos del norte habían mantenido su independencia, hasta que Tarik, en el año 714, ataca y destruye la plaza fuerte de Amaya, motivando la huida de los nobles visigodos allí instalados, como Pedro, duque de Cantabria. En Amaya parece que encontró mucho oro y alhajas de los huídos de Toledo.

Estos y los habitantes de la ciudad debieron refugiarse en las montañas cántabras, donde Tarik ya no se aventuró. Ese éxodo masivo de gente supone el fin del pueblo cántabro como tal, perdiéndose definitivamente su identidad con la mezcla cultural. Es el caso de nobles visigodos como Pelayo, que se instala en Cangas de Onís.

Este movimiento de población se refugia en pequeños y precarios asentamientos donde excavaron iglesias en la roca como lugares de culto ( en Valderredible se conservan varias de estas ermitas rupestres ) para evitar que fueran quemadas o destruidas por los musulmanes.
Fuente:Cantabria joven.

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